viernes, 2 de junio de 2017

Hay noches... y noches

Hay noches de sexo, noches de reflexión, noches para dormir. Hoy precisamente no es de las primeras ,y por desgracia, tampoco pinta ser una de las terceras... Hay noches de reflexión que sabes que lo van a ser desde que abres los ojos por la mañana, y así va a ser hoy.

Hoy, ayer y mañana son días difíciles, una época odiada por los estudiantes pero que tiene que llegar, en medio de la odisea, del no tener tiempo, del estrés, de los agobios, de las lágrimas; a veces aparecen recuerdos. ¿Qué son los recuerdos? Yo estoy convencida de que no son más que imágenes que cada uno de nosotros almacenamos y a las que le damos un significado, este está altamente influenciado por los sentimientos del momento en el que ocurrió pero conforme pensamos en ellos los modificamos, por el tiempo, las circunstancias y los sentimientos del momento en el que los "revivimos", las cosas con distancia cambian de perspectiva.

En ocasiones la música es un buen aliado para recordar, así es como ha empezado todo hoy, esa música que te pone la piel de gallina y llena tu cabeza de arrepentimientos a la vez que tu cara de lágrimas. Hay veces en las que esa música de recuerdos te hace retroceder, hace que te quedes anclado en el pasado pensando en el y si. Hay otras veces que te hace recapacitar sobre momentos pasados y te da fuerza.

La música permite viajar en el tiempo pero a veces no es necesario porque el presente es tan fuerte que precisa ser vivido con los 5 sentidos (y aquellos de más...), de manera eventual ayuda a ver con claridad el presente. Ese presente tan fuerte que no se deja ver con claridad, ese presente que está demasiado nublado. Esa niebla formada por: arrepentimientos, experiencias, momentos que repetirías una y otra vez, conocimiento, dudas, desmotivaciones...

Esa música que te transporta al pasado te ayuda a coger con fuerza el presente y plantarle cara, luchar por él y por el futuro cada cual más desconocido, enigmático, imprevisible, desconcertante, mágico...

Porque en ocasiones es necesaria esa fuerza que aclare la niebla, que permita ver con nitidez el presente ayudando a visibilizar los objetivos, dejado atrás las dudas, las desmotivaciones, los arrepentimientos pero sobre todo las cargas innecesarias.

El día que no pueda más
voy a cambiarte
por un puñado de estrellas
que no me dejan mirarte
y por la luna lunera
de confidente y amante.

Me levanto lento
voy hacia arriba
dejo cabos sueltos, a la deriva
quiero irme con ella
a su guarida.

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