martes, 6 de junio de 2017

"Creía que eras distinto, pero resultaste ser uno más"

Creía que eras distinto, pero resultaste ser uno más. Esa forma de conocernos, tan insual y especial, parecía que me deparaba alguien único al otro lado: no fue para más. Tanto que éramos el pensamiento constante del otro, hasta el punto de no poder quitarnos de la cabeza.

Ese bigote verde que a tu hermana le hizo pensar que estabas loco, que a mí me pareció la mejor locura.

Esa primera vez que te vi, se me puso la piel de gallina, quería actuar normal pero los nervios me defraudaron.

Ese primer beso, tan inocente, tan esperado que desató en nosotros una locura suprema.

Esas primeras lágrimas acompañadas de la distancia que nunca hemos sabido superar.

Esa distancia que pocas veces supimos convertir en milímetros.

Esos abrazos que ponían fin a la guerra.

Esos mensajes que sacaban las sonrisas más sinceras.

Esas despedidas que tan poco nos gustan.

Esas miradas que interpretábamos como podíamos, o como queríamos.

Esas conversaciones eternas que parecían fugaces.

Esas llamadas tan íntimas pero notorias.

Esos reencuentros tan inesperados.

Esas formas de enfadarnos que tan locos nos volvían.

Esos paseos inesperados.

Esas tardes de estudio y distracción.

Esos minutos perdidos, o fructíferos.

Esas mentiras piadosas.

Esas caricias candorosas.

Esa ingenuidad.

Todas esas cosas que me hicieron creer que eras la oveja negra del rebaño pero que resultaste ser una oveja blanca más. Esa oveja blanca que aunque creía que se desviaba del rebaño, en realidad seguía a la primera oveja como todas las demás.

Ese chico que resaltaba por ser diferente, único, que resultó ser otro más de los muchos que vagan por el mundo. Ese chico opuesto a todo y a nada, singular y usual que no podrá ser olvidado precisamente por ser uno más.

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