jueves, 30 de noviembre de 2017

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos variados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arreglártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos... nah. Pero tú aguanta. Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos felices. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y entonar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad.

Risto Mejide

martes, 28 de noviembre de 2017

Nos empeñamos en querer a quien se irá cuando llegue el frío. Como esos pájaros que emigran en otoño buscando el calor de un nuevo verano.

Defreds
Éramos capaces de planear quemar el mundo a base de besos cada vez que estábamos juntos y acabamos quemándonos tan separados cada noche.

Defreds

lunes, 27 de noviembre de 2017

Supongo que me di cuenta de que todo se estaba acabando el día que intenté hablarte y ya no sabía cómo hacerlo sin molestarte. Y casi sin querer, dejé de hacerlo, por si tú... Pero no.

Defreds
Hace demasiado que no das señales de vida. Es todo un alivio. Pero sé que aparecerás de nuevo cuando no lo espere. Para girarme el mundo.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Sonabas a persona "despedida" desde que te conocí. De esas que sabes que se irán. Y yo, aun así, nunca paraba de decirte "hola".

Defreds
No dice nada nunca de lo que le pasa. Siempre dice que está bien. Siempre la ves haciendo sonreír al resto. Y su almohada muy mojada.

Defreds

sábado, 25 de noviembre de 2017

Ese "cuídate", que quiere decir que tú ya no lo harás. Y que probablemente no nos volvamos a ver nunca más. Pese al "podemos ser amigos".

Defreds
Odiar. Que palabra más horrible. Pero, además, no sirve para nada. Lo que duele de verdad es la indiferencia.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Azucarillo diluido

Supongo que caliente no te das cuenta de que estoy ahí. Cuando las cosas te sobrepasan y te saturan, llega un punto en el que revientas. Te entra el agobio y lo pago yo. Yo, que no tengo culpa de las cosas que te suceden. No me importa, sé que cuando pasan unos días te das cuenta de que es el maldito pasado el que ensucia el presente con miedos. Seguirás con apuntes y carpetas, algún que otro amanecer.
Me quedo sin poder decir nada, tú que sigues con las cosas como siempre y solo puedo decirte que te vaya bien, que sonrías, pero de verdad. Que esta ciudad es muy pequeña y espero encontrar tu olor en algún café. De esos que ponen  un dibujo muy chulo que se diluye con el azucarillo.

Defreds

Expertos

Hola:
¿Qué tal estás?
Voy a ser directo, para nada sirve dar rodeos esta vez.
Te echo de menos. Cuatro palabras que lo resumen todo.
Extraño esas cosas simples, esos detalles tontos. Esos "Hola" tuyos que sonaban tan borde.
Seguro que tú estás disfrutando sin dar tu brazo a torcer.
Deberíamos darnos prisa, no vamos a esperarnos toda la vida. Podríamos volver.
Somos unos expertos en no hablar a quien queremos hablar. En disimular lo que deseamos. En ignorar a quien nos encanta.
Todo por no quedar mal. Por no parecer frágiles. Somos totalmente expertos.

Defreds

jueves, 23 de noviembre de 2017

Ojos en línea

Si tuvieras idea de las veces que no me atreví. De las veces que escribí una parrafada o un simple "Hola" para borrar sin enviar.
Si tuvieras idea de las veces que he deseado que tú lo hicieras,
Si tuvieras idea de lo que pienso todavía en ti. En tu forma de reír.
En que ojalá lo que tuviéramos en línea fueran nuestros ojos frente a frente una vez más.

Defreds

martes, 21 de noviembre de 2017

La mayor parte de las canciones de amor están llenas de mentiras... no todas, yo trato de ser honesto.
Pero por lo general se suele decir lo que ella quiere escuchar para seducirla o yo qué sé... claro, que ella no siempre está por la labor de creérselas... eso es chungo, claro.
Pero quién no ha mentido alguna vez, ¿verdad?
Muchas despedidas están llenas de promesas vanas, yo estoy seguro de que en algunas de ellas vosotros habéis mentido... que sí, no pasa nada estamos entre amigos.
Quien no haya mentido, quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra, pero que no tire a dar.
Sí, porque las despedidas tienen un protocolo que hace necesario mentir para no sentirse culpable o responsable del fracaso que supone que el amor se acabe. ¿Sabéis qué es lo peor del amor cuando se acaba?
Que se acaba.
Y aun así nosotros intentamos eludir la culpa y mentimos. Y seguimos mintiendo y somos capaces de ir más allá y decimos: "no te preocupes, si yo estaré bien", "yo lo que quiero, lo que siempre he querido es que tú seas feliz, además el tío con el que te vas, es un tío de puta madre". Y bueno, tú y yo sabemos que no es cierto... es un pringao macho y no van a durar ni dos meses, y más con el carácter que tiene ella.
Pero aun así decimos que es un tío que te cagas... o un buen hombre que también jode lo suyo porque no sabe lo que estás diciendo... ¿buen hombre? Ahí hay retintín, ¿verdad? No digáis nunca de mí que soy un buen hombre por favor, decid que soy un troncazo, un enrrollao... un buen hombre no.
Y nos estaremos preguntando si la llevará a los mismos sitios a los que te llevaba a ti, si se dirán las mismas mentiras, si se enfadarán por las mismas cosas y si, lo que es peor, si se reconciliarán de la misma forma.
Y te devanas los seso preguntándote qué ocurrirá y qué pasara y en fin... Pero ya está bien, si ella se va, cultivemos el odio, declaremos la guerra, porque no sé, quizá nos sintamos mejor, aunque creo que no. Yo creo que como todas las canciones de amor, está también llena de mentiras.
Cuando decimos si ella se va... lo que queremos decir es que si te vas, que no sea muy lejos ni por mucho tiempo.

Ismael Serrano

Telepatía

Ocurrió en dos camas,
en dos cuerpos
fríos,
en dos mentes
inconscientes.

Ocurrió en dos lugares,
en dos corazones
rotos,
en dos párpados que se movían
en fase REM
temblorosos.

Ocurrió en dos bocas
sedientas,
en dos manos
vacías.
Ocurrió en dos pechos
desnudos,
en dos personas
enamoradas.

Ocurrió en dos noches
tristes
que soñaron los dos
idiotas
enamorados
de una historia
imposible.

@srtabebi

domingo, 19 de noviembre de 2017

Cuando te dije que lo eras todo
en realidad solo juraba que
no es que fueras para tanto,
pero eras para mí.
Es de muy mala educación llevarse el alma y dejar echándote de menos al cuerpo.

Irene Parrita
Perdernos solo para reencontrarnos,
buscarnos sin tomar la decisión,
tirar los "para siempre" y "desde cuando"
dejar que se vacíe el cargador
y poder contarlo
que probemos nuestro fuego a discreción,
poder contarlo mientras gira el mundo nuestro alrederdor
sin importarnos

viernes, 17 de noviembre de 2017

"Para montaña rusa sus caderas, y sus curvas, y mis mareos, cuando al verte, siento que todo mi mundo gira frenéticamente alrededor de ti. A veces sonríes, y parece que sea la primera vez que veo sonreír a alguien. El amor nos hace esclavos, no sé si hay otra forma, pero es que tampoco me importa. Aliméntame quedándote siempre un poco más. No te vayas, que creo que si te vas yo no sabría quedarme. No, no te vayas. Sigue haciendo paraísos los domingos, fiestas las madrugadas, y luego el after de abrazarte por la espalda. Quisiera besarte hasta los centímetros de piel que no tienes. Y pasear por la ciudad, mientras se mueren de envidia aquellos que nunca sabrán que tienes 8 lunares  en la espalda y cafeína en los ojos. Que tu risa suena a victoria, y que hueles a vida nueva. Como si toda la mierda y errores de años atrás no existiesen contigo. Despertar a tu lado es bonito porque la realidad se parece a un sueño demasiado perfecto. Y mientras yo te hago el amor, tú me vas haciendo poeta. No creo que haya mayor orgasmo que saber que estarás cuando vuelva a casa. Yo no sé si existen los finales felices, pero me conformo con saber que existen las historias a tu lado".

domingo, 12 de noviembre de 2017

Siempre he pensado que los domingos están ahí porque los necesitamos.
Necesitamos vivir cada siete días ese sentimiento de vacío, de tristeza, esa especie de añoranza de que cualquier tiempo pasado fue mejor, esa extraña sensación de que algo termina. De la misma manera que lo hace el verano cada mes de septiembre o el año cada 31 de diciembre. Fin. Punto y aparte. Se acabó lo que se daba, bueno o malo, aquí que cada uno coja lo que crea que le corresponde.
Mañana, temido lunes, habrá una nueva oportunidad de volver a arreglar el mundo, el nuestro, ponerlo boca abajo o patas arriba. Un domingo te pide paseos tranquilos, lecturas entrecortadas y sobremesas eternas. Tú pídele lo que quieras al domingo, él puede concedértelo, pero deja que a la siesta invite yo. Ya ves, sin los domingos no podrían existir los lunes, ni nuestro jurado odio eterno a ellos. Un domingo perfecto debe ser melancólico, lento, así como tristón. Necesitamos, al menos, un domingo a la semana, para lloriquear por lo cansados que estamos, para no hacer nada, o hacerlo todo de golpe. Para nadar en el aburrimiento y bucear en el hastío. El domingo es el día para escuchar música en tocadiscos, con ese sonido tan característico y que tanto me gusta. Para cocinar despacio, con tiempo, porque los domingos no se inventaron las prisas. Para escribir frases sueltas, sin sentido, ideas demasiado complicadas de entender. Un domingo está para que después de un simple café cambie tu percepción de la jornada. Para empezar a planear el siguiente, para dejarse llevar y prometerse una y otra vez que el siguiente sabrás cómo aprovecharlo de otra manera, aunque sabes de antemano que nada cambiará, porque los domingos los necesitamos así, sin demasiados cambios ni sobresaltos... que para eso están.

La Chica del Quinto
Me gusta que te enfades cuando me echas de menos y que digas que a veces no es por eso, que solo coincide, como coincidimos, cuando no nos vemos, en que no lo estamos haciendo bien. Que cuanto más se intente matar el amor más resiste, que dejes ya de querernos matar y empieza a morirte conmigo. O muérete de sueños, que tienes los ojos llenos de ellos, y no hay nada como verte ilusionada. Hace tanto frío estos días que solo me apetece abrigarme contigo, dormirnos dos minutos después de reírnos, hacer un noviembre juntos.

Iago De la Campa

viernes, 10 de noviembre de 2017

Llevo días preguntando a las personas más allegadas qué es, para ellos, la magia en una persona. Dentro de las múltiples respuestas había un denominador común: aquella que tiene algo, "un no sé qué, que qué sé yo". Para mí es aquella persona que irradia luz, energía positiva, amor, alegría... Aquella persona que, en un bar cualquiera, bebiendo unas cervezas con su grupo de amigos, habla con entusiasmo, con una sonrisa clavada en la cara sacando lo bueno de la vida y riendo hasta el asfixio. Una persona que con solo mirarte te transite más que si hablara. Una persona que ve siempre la luz al final del túnel. Que ve el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Alguien que te hace ser mejor persona y a mirar la vida de manera más sencilla, porque te enseña que la felicidad son cosas simples y no materiales, como ver reír a tu madre, un abrazo de tu hermana, una amiga con la que compartir grandes memorables momentos de tu vida, una cama donde dormir, un plato de comida caliente encima de la mesa.... Pero sobre todo te enseña que el amor no es complicado, que es intenso pero no daña, es agradecido y recíproco. Pero, ¿acaso solo las personas tenemos magia? ¿Nunca habéis mirado un cuadro, escuchado una canción, olido un perfume o leído un libro y os ha producido una sensación de plenitud? Corres una maratón, bailas una canción, terminas un proyecto o cocinas un plato que te sale buenísimo, y sientes satisfacción. Eso también es mágico. En definitiva, creo que la magia no es más que aquello que provoca el estallido de hormonas como la dopamina, serotonina y endorfina y que te inunda de sensaciones inigualables. Disfrutad de esas personas o momentos mágicos porque la vida se resume en sensaciones plenas y satisfactorias. Se resume a aquello que te ha aportado alegría y te ha mantenido feliz. "Aquellos que creen en la magia, están destinados a encontrarla" leí una vez.
Y a ti, que te identificas con mis textos y buscas en ellos una complicidad, seguiré escribiendo para transmitir esa sensación mágica de saber que no estás sola y que siempre hay alguien que te entiende. Pero recuerda: la magia siempre comienza en ti. Tú eres la magia.


Lo que me encantaría decirte

jueves, 9 de noviembre de 2017

Llegas tú con tu cara de niña buena,
tu boca de primavera, el calor de tus caderas
y transformas la luvia en tormentas de verano.
Me borras este invierno de la piel
e insiste en que ya es hora de descontarle al calendario
todas las noches que nos debe.

@ultimodia

miércoles, 8 de noviembre de 2017

No me gusta la gente que dice "yo soy una persona muy tal, tal y tal", "mi personalidad es bla, bla, bla", "si algo me define es que soy así o asá". ¿Cómo soy yo? No lo sé. A veces alegre, otras no tanto. Puedo ser un poco gamberra, tener una lengua viperina pero también puedo ser la más dulce del mundo. Me mato por mi gente y mis amigos, aunque en ocasiones me quieran matar ellos a mí. Risueña. Realista. A veces creo tener la clave para solucionar el mundo, y otras no sé ni por donde tirar. Soy un desastre en infinidad de cosas, y muy organizada en otras. Puedo pasar días sola, y en otros momentos estar rodeada siempre. Supongo que mis amigos te dirán que siempre estoy dispuesta a tomar una caña, cenar por ahí o ir a algún garito. Que siempre tengo una historia que contar. Un libro por leer. Un viaje por planear. Un documental por descubrir. Un amor por vivir. Soy un conjunto. Nadie es bueno ni malo al 100%. Borde o simpático al 100%. Nada somos, y todo somos a la vez. Lo que debería preguntarte es, si en tu vida, las cosas que más te gustaría que se asocien a ti, son las que lo están haciendo.

Mery Turiel Soler
Quiero dejar de vivir después. Quiero que mi vida sea siempre antes. Un antes continuo. Uno que no se acabe jamás. Quiero con todas mis fuerzas que nada de lo que haya ocurrido pueda seguir ahí simplemente para hacerme daño. Vivir después es una mierda. Vivir después es lo que nos mata. Lo que nos hunde. Lo que nos hace mal. Causa y defecto. Acción preocupación.

La vida es antes, porque la felicidad está siempre antes. Antes de llegar. Antes de conseguirlo. Aunque haya sacrificio. aunque cueste. Sobre todo si cuesta. Conseguir algo es el primer paso para dejar de desearlo. Porque el deseo es antes, también. Porque vivir después no vale. Vivir después ya está. En cambio, vivir después es vivir donde está el recuerdo, la nostalgia, el dolor y el resentimiento. Los resultados de tu analítica. El divorcio. El desengaño. La experiencia, dirás. Y una mierda, te digo yo. La distopía, esa sensación continua de que pase lo que pase vamos a peor, la inefable regla del 3, esa que asegura que a partir de los 30 años, de las 3 de la mañana y de los 3 gintonics, todo siempre es suceptible de empeorar. Un poco lo que nos pasa en este país. Un poco lo que pasa cuando ya has llamado mujer de tu vida a tres mujeres. Y te das cuenta de que lo fueron. Aunque ocuparan solo su trozo.

Y ahora qué. Preguntarás.
Yo prefiero perseguir antes como quien persigue la luz del sol y no quiere saber nada de ese después al que llamamos sombra. Y así me va. Acumulo ya más finales d elos que jamás he empezado. Comienzo por el final para no tener que enfrentarme tanto a mis principios. Y sonrío de tanto llorar. Y me enamoro sin quererme enamorar.

Seguramente debería ahora hacer una apología del momento, del "carpe diem" de toda la vida, de aprovechar el momento, cambiarle las letras a vivir por beber y acabar este artículo por todo lo alto provocando en ti una sonrisa, y en mí la desazón de siempre.

Pero es que esta línea es justo la que va después de la anterior. Y ya no se me ocurre cómo mejorarla. Ya está escrita, ya está después. Lo que yo re diga.
Seguramente habré perdido el tiempo escribiéndolo, y lo peor de todo, te lo habré hecho perder a ti. Haberlo pensado antes.

Risto Mejide

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Dice Sabina que al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver. Y no seré yo quien contradiga las palabras de un maestro. Creo que hay experiencias que están destinadas a quedarse en nuestro recuerdo como perfectas, especiales. Algunas intuyes que serán así, y otras simplemente te sorprenden. Por el momento, por la situación, por las personas con las que las compartes. Y sabes que no se volverán a repetir de la misma manera. Que alcanzaste el cielo de la felicidad en esa ciudad con esa gente. Que le debes el recuerdo de lo vivido sin empañar lo que has sentido. Y atesoras ciudades, personas e historias en tu memoria, como momentos en los que fuiste muy feliz sin ser plenamente consciente de ello. Y volverás, claro que lo harás, revivirás historias pero serás una persona diferente. Y pienso que es algo un poco triste. Como cuando lees un libro que te sacude el alma por primera vez, que te atrapa y te inspira. Lo leerás una segunda vez, y otra vez. Y otra vez. Sabes que ninguna será como la primera. Pero siempre tendrás el recuerdo de cómo te sentiste en aquel momento. Guárdalos. Para ti. Para siempre. No tienen precio.

Mery Turiel Soler