lunes, 30 de noviembre de 2020

 Abuela, llevo pensando en ti más que de costumbre estos últimos días. Se acercan las Navidades y en el fondo sigo pensando que voy a llegar a España y que vas a estar ahí, como siempre, que te podré dar ese abrazo y ese beso que tanto nos gustaban a las dos y que me dirás que me quieres mucho y que soy tu nieta favorita. Las lágrimas no dejan de caerme cuando pienso que no será así y me viene la imagen de la última vez que te vi. Ay, abuela, quién me lo iba a decir. ¿Por qué me empeñé en creer que llegarías a vivir cien años?

Abuela, bien sabes que tú y yo tuvimos la suerte de vivir juntas y de poder disfrutar la una de la otra. Siempre tuvimos una conexión especial, que no creo que pueda olvidar nunca.

No sé si algún día tendré hijos, sabes que me encantaría, pero ten por seguro que si los tengo les hablaré de ti.

Las dos sabemos que lo que hiciste por mí cuando viví contigo no lo has hecho por nadie. Nunca podré agradecerte la capacidad de adaptación y la paciencia que tuviste conmigo, aquellos detalles que tenías conmigo y nuestras charlas.

Me gustaría llegar a tu casa por Navidad, poner el árbol contigo y contarte qué tal me va aquí. Me encantaría poder decirte que he recuperado la fe en la educación, aquí es distinta a España, seguro que te gustaría saber cómo es aquí y lo que estoy aprendiendo.

Tengo tantas cosas que decirte que no sé ni cómo escribirlas.

Escribirlas es como si te las dijera a ti, pero sé que eso no va a volver a pasar.

Siempre que intento colocar tu foto bien se cae, quiero creer que es una señal para decirme que estás conmigo. Te necesito aquí cerca, abuela, porque nunca pensé que te fueras a ir tan pronto. Porque sí, para mí ha sido pronto, no estaba preparada y te voy a echar de menos toda la vida.

Te quiero, abuela.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Me resisto a pensar que cuando vuelva a España por navidad no estarás, que este año viviremos lo que siempre he tenido miedo de que llegara: tener una silla vacía en la mesa.

Y es que, abuela, por mucho que sepa que ya no estás con nosotros todavía no me hago a la idea.

Pienso en ti todos los días, no puedo no hacerlo.

Escribir estas letras me ayuda, pero nunca tanto como poder darte otro abrazo.

Y es que, abuela, no sé dónde estás. No sé si podré volver a encontrarme contigo alguna vez.

Me gustaría poder coger el teléfono cada vez que me acuerdo de ti y contarte cómo estoy y lo que hago.

Me gustaría que sepas que cada vez que veo el cielo bonito me acuerdo de ti, que los aviones siguen pasando, pero que tú ya no estás para contarlos.

Me gustaría no quedarme con las ganas de preguntarle a papá cada vez que hablo con él que qué tal estás. Tengo que admitir que siempre lo voy a preguntar pero luego me doy cuenta de que no tendrá respuesta porque él tampoco puede hablar contigo.

Desde que murió Chón cada vez que veo un gato me acuerdo de ella y creo que es una señal.

Pero desde que tú nos dejaste no veo señales, no sé si es porque no quiero verlas. He decidido que cada vez que vea un avión en el cielo me acordaré de ti, porque estuvieras donde estuvieras siempre los contabas.

Ay, abuela, no te haces a la idea de lo que me haces falta

miércoles, 4 de noviembre de 2020

 Estoy en clase y pienso en llamarte cuando termine porque tengo ganas de oírte, pero me doy cuenta de que ya no estás y casi se me caen las lágrimas en medio de clase.

A veces sigo pensando que sigues aquí y cuando me doy cuenta de que ya no, se me rompe el corazón.

Ay, abuela, no sabes cuánto te echo de menos.

No sé cuánto me va a costar interiorizar que no estás físicamente conmigo, pero que siempre vas a estar a mi lado.

No sé cómo pensé siempre que llegarías a ser centenaria y que me quedaba mucho tiempo para aprovechar a tu lado. Al menos doy gracias de haber podido comer contigo casi cada día este verano, de que no hayas sufrido y de haber podido 'despedirme' de ti.

No sé dónde estás, ni siquiera si realmente estás en algún sitio. Me parece más fácil pensar que no te has evaporado como si nada, sino que has ido a algún sitio en el que estás con el abuelo y en el que ya no hay dolor. Ahora el dolor nos lo hemos quedado nosotros mientras superamos tu pérdida, aunque no sé si lo llegaremos a hacer algún día.

Abuela, te quiero mucho, quiero que lo sepas.

No voy a decir te quería, porque yo te sigo queriendo tanto como cuando estabas aquí y lo seguiré haciendo.

sábado, 31 de octubre de 2020

 Abuela, me acabo de dar cuenta de que últimamente me recojo el pelo más. Lo hago inconscientemente, pero sé que a ti te gustará. Ojalá estuvieras aquí para verlo porque te echo mucho de menos.

Sigue cuidándome ahí donde estés.


Te quiero mucho,


P

lunes, 26 de octubre de 2020

Los últimos años de mi vida he crecido creyendo que llegarías a ser centenaria, aunque hubiera deseado que fueras eterna. Hace poco menos de un mes nos dejaste y todavía no me he hecho a la idea de que el próximo lunes no podré llamarte para felicitarte en tu nonagésimo cuarto cumpleaños.
Pienso en este último mes y me doy cuenta de que de manera intuitiva sabía que te ibas, aunque no hubiera señas para ello.
Cuando bajamos a que me despidiera antes de que cerraran la carretera me dijiste que qué me dabas para que me acordara de ti en Alemania, yo te dije que no hacía falta que me dieras nada porque te llevo en el corazón. Hoy solo puedo seguir diciendo esto porque ya no me queda llamarte para sentirte cerca. No sé cómo me voy a quitar la costumbre que tenía de llamarte, al menos, una vez a la semana. Sigo pensando en ti y en que debería llamarte como lo hacía el año pasado cuando estaba en Salamanca. La diferencia este año es que tú no querías que viniera a Alemania y que yo no puedo llamarte para hacerte saber que estoy bien. Espero que allá donde estés veas que estoy bien, pero que te echo mucho de menos.
Unos días antes de que nos dejaras llamó mi abuela Maruja a casa y quería hablar conmigo, Jimena se mosqueó porque le preguntó primero por mí, ya sabes que todas las semanas os llamaba. Mi madre justificó a mi abuela diciendo que es que yo la llamo y me acuerdo mucho de ella, así lo manifesté yo también y me refería a ti, pero lo hice como si ya no fuera a poder hacerlo más. En aquel momento yo no lo sabía, pero ya lo sentí así. ¿Por qué?
Aquel sábado cuando te vi, supe que te ibas y todavía no soy consciente de lo que implica.
Cuando anuncian que confinan Huesca y que la situación se complica, agradezco que no estés para que no lo pases mal encerrada en casa y aburrida. Pero egoístamente pienso que si estuvieras podría seguir llamándote y recordar lo que es el amor puro.
Si pienso en el último día que te vi, la imagen que se me viene a la cabeza eres tú luchando por repirar mientras me preguntabas que cuándo me iba y que me fuera bien. Tampoco puedo dejar de verte mirándome con los ojos como platos cuando el personal sanitario te colocaba en la silla de ruedas que te llevaría al hospital por última vez.
Estoy siendo muy egoísta y no pensarlo mucho, porque no sé si lo podré llevar.
Aún sabiendo que no te tendría cerca si no nos hubieras dejado no puedo dejar de echarte de menos y de pensar en ti. Cuando hago la cama pienso en lo nerviosa que te pondrías al ver que no la levanto como tú hacías. Cuando hago la comida pienso en cómo sufrías por lo mal que he comido siempre.
Ay, abuela, no te haces a la idea de lo que te echo de menos y no hace ni un mes que te fuiste,
Ojalá allá donde estés puedas verme y seguir disfrutando conmigo como lo hacía yo contigo.
Te voy a querer siempre,
P.