miércoles, 4 de noviembre de 2020

 Estoy en clase y pienso en llamarte cuando termine porque tengo ganas de oírte, pero me doy cuenta de que ya no estás y casi se me caen las lágrimas en medio de clase.

A veces sigo pensando que sigues aquí y cuando me doy cuenta de que ya no, se me rompe el corazón.

Ay, abuela, no sabes cuánto te echo de menos.

No sé cuánto me va a costar interiorizar que no estás físicamente conmigo, pero que siempre vas a estar a mi lado.

No sé cómo pensé siempre que llegarías a ser centenaria y que me quedaba mucho tiempo para aprovechar a tu lado. Al menos doy gracias de haber podido comer contigo casi cada día este verano, de que no hayas sufrido y de haber podido 'despedirme' de ti.

No sé dónde estás, ni siquiera si realmente estás en algún sitio. Me parece más fácil pensar que no te has evaporado como si nada, sino que has ido a algún sitio en el que estás con el abuelo y en el que ya no hay dolor. Ahora el dolor nos lo hemos quedado nosotros mientras superamos tu pérdida, aunque no sé si lo llegaremos a hacer algún día.

Abuela, te quiero mucho, quiero que lo sepas.

No voy a decir te quería, porque yo te sigo queriendo tanto como cuando estabas aquí y lo seguiré haciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario