viernes, 17 de noviembre de 2017

"Para montaña rusa sus caderas, y sus curvas, y mis mareos, cuando al verte, siento que todo mi mundo gira frenéticamente alrededor de ti. A veces sonríes, y parece que sea la primera vez que veo sonreír a alguien. El amor nos hace esclavos, no sé si hay otra forma, pero es que tampoco me importa. Aliméntame quedándote siempre un poco más. No te vayas, que creo que si te vas yo no sabría quedarme. No, no te vayas. Sigue haciendo paraísos los domingos, fiestas las madrugadas, y luego el after de abrazarte por la espalda. Quisiera besarte hasta los centímetros de piel que no tienes. Y pasear por la ciudad, mientras se mueren de envidia aquellos que nunca sabrán que tienes 8 lunares  en la espalda y cafeína en los ojos. Que tu risa suena a victoria, y que hueles a vida nueva. Como si toda la mierda y errores de años atrás no existiesen contigo. Despertar a tu lado es bonito porque la realidad se parece a un sueño demasiado perfecto. Y mientras yo te hago el amor, tú me vas haciendo poeta. No creo que haya mayor orgasmo que saber que estarás cuando vuelva a casa. Yo no sé si existen los finales felices, pero me conformo con saber que existen las historias a tu lado".

domingo, 12 de noviembre de 2017

Siempre he pensado que los domingos están ahí porque los necesitamos.
Necesitamos vivir cada siete días ese sentimiento de vacío, de tristeza, esa especie de añoranza de que cualquier tiempo pasado fue mejor, esa extraña sensación de que algo termina. De la misma manera que lo hace el verano cada mes de septiembre o el año cada 31 de diciembre. Fin. Punto y aparte. Se acabó lo que se daba, bueno o malo, aquí que cada uno coja lo que crea que le corresponde.
Mañana, temido lunes, habrá una nueva oportunidad de volver a arreglar el mundo, el nuestro, ponerlo boca abajo o patas arriba. Un domingo te pide paseos tranquilos, lecturas entrecortadas y sobremesas eternas. Tú pídele lo que quieras al domingo, él puede concedértelo, pero deja que a la siesta invite yo. Ya ves, sin los domingos no podrían existir los lunes, ni nuestro jurado odio eterno a ellos. Un domingo perfecto debe ser melancólico, lento, así como tristón. Necesitamos, al menos, un domingo a la semana, para lloriquear por lo cansados que estamos, para no hacer nada, o hacerlo todo de golpe. Para nadar en el aburrimiento y bucear en el hastío. El domingo es el día para escuchar música en tocadiscos, con ese sonido tan característico y que tanto me gusta. Para cocinar despacio, con tiempo, porque los domingos no se inventaron las prisas. Para escribir frases sueltas, sin sentido, ideas demasiado complicadas de entender. Un domingo está para que después de un simple café cambie tu percepción de la jornada. Para empezar a planear el siguiente, para dejarse llevar y prometerse una y otra vez que el siguiente sabrás cómo aprovecharlo de otra manera, aunque sabes de antemano que nada cambiará, porque los domingos los necesitamos así, sin demasiados cambios ni sobresaltos... que para eso están.

La Chica del Quinto
Me gusta que te enfades cuando me echas de menos y que digas que a veces no es por eso, que solo coincide, como coincidimos, cuando no nos vemos, en que no lo estamos haciendo bien. Que cuanto más se intente matar el amor más resiste, que dejes ya de querernos matar y empieza a morirte conmigo. O muérete de sueños, que tienes los ojos llenos de ellos, y no hay nada como verte ilusionada. Hace tanto frío estos días que solo me apetece abrigarme contigo, dormirnos dos minutos después de reírnos, hacer un noviembre juntos.

Iago De la Campa

viernes, 10 de noviembre de 2017

Llevo días preguntando a las personas más allegadas qué es, para ellos, la magia en una persona. Dentro de las múltiples respuestas había un denominador común: aquella que tiene algo, "un no sé qué, que qué sé yo". Para mí es aquella persona que irradia luz, energía positiva, amor, alegría... Aquella persona que, en un bar cualquiera, bebiendo unas cervezas con su grupo de amigos, habla con entusiasmo, con una sonrisa clavada en la cara sacando lo bueno de la vida y riendo hasta el asfixio. Una persona que con solo mirarte te transite más que si hablara. Una persona que ve siempre la luz al final del túnel. Que ve el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Alguien que te hace ser mejor persona y a mirar la vida de manera más sencilla, porque te enseña que la felicidad son cosas simples y no materiales, como ver reír a tu madre, un abrazo de tu hermana, una amiga con la que compartir grandes memorables momentos de tu vida, una cama donde dormir, un plato de comida caliente encima de la mesa.... Pero sobre todo te enseña que el amor no es complicado, que es intenso pero no daña, es agradecido y recíproco. Pero, ¿acaso solo las personas tenemos magia? ¿Nunca habéis mirado un cuadro, escuchado una canción, olido un perfume o leído un libro y os ha producido una sensación de plenitud? Corres una maratón, bailas una canción, terminas un proyecto o cocinas un plato que te sale buenísimo, y sientes satisfacción. Eso también es mágico. En definitiva, creo que la magia no es más que aquello que provoca el estallido de hormonas como la dopamina, serotonina y endorfina y que te inunda de sensaciones inigualables. Disfrutad de esas personas o momentos mágicos porque la vida se resume en sensaciones plenas y satisfactorias. Se resume a aquello que te ha aportado alegría y te ha mantenido feliz. "Aquellos que creen en la magia, están destinados a encontrarla" leí una vez.
Y a ti, que te identificas con mis textos y buscas en ellos una complicidad, seguiré escribiendo para transmitir esa sensación mágica de saber que no estás sola y que siempre hay alguien que te entiende. Pero recuerda: la magia siempre comienza en ti. Tú eres la magia.


Lo que me encantaría decirte

jueves, 9 de noviembre de 2017

Llegas tú con tu cara de niña buena,
tu boca de primavera, el calor de tus caderas
y transformas la luvia en tormentas de verano.
Me borras este invierno de la piel
e insiste en que ya es hora de descontarle al calendario
todas las noches que nos debe.

@ultimodia