viernes, 10 de noviembre de 2017

Llevo días preguntando a las personas más allegadas qué es, para ellos, la magia en una persona. Dentro de las múltiples respuestas había un denominador común: aquella que tiene algo, "un no sé qué, que qué sé yo". Para mí es aquella persona que irradia luz, energía positiva, amor, alegría... Aquella persona que, en un bar cualquiera, bebiendo unas cervezas con su grupo de amigos, habla con entusiasmo, con una sonrisa clavada en la cara sacando lo bueno de la vida y riendo hasta el asfixio. Una persona que con solo mirarte te transite más que si hablara. Una persona que ve siempre la luz al final del túnel. Que ve el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Alguien que te hace ser mejor persona y a mirar la vida de manera más sencilla, porque te enseña que la felicidad son cosas simples y no materiales, como ver reír a tu madre, un abrazo de tu hermana, una amiga con la que compartir grandes memorables momentos de tu vida, una cama donde dormir, un plato de comida caliente encima de la mesa.... Pero sobre todo te enseña que el amor no es complicado, que es intenso pero no daña, es agradecido y recíproco. Pero, ¿acaso solo las personas tenemos magia? ¿Nunca habéis mirado un cuadro, escuchado una canción, olido un perfume o leído un libro y os ha producido una sensación de plenitud? Corres una maratón, bailas una canción, terminas un proyecto o cocinas un plato que te sale buenísimo, y sientes satisfacción. Eso también es mágico. En definitiva, creo que la magia no es más que aquello que provoca el estallido de hormonas como la dopamina, serotonina y endorfina y que te inunda de sensaciones inigualables. Disfrutad de esas personas o momentos mágicos porque la vida se resume en sensaciones plenas y satisfactorias. Se resume a aquello que te ha aportado alegría y te ha mantenido feliz. "Aquellos que creen en la magia, están destinados a encontrarla" leí una vez.
Y a ti, que te identificas con mis textos y buscas en ellos una complicidad, seguiré escribiendo para transmitir esa sensación mágica de saber que no estás sola y que siempre hay alguien que te entiende. Pero recuerda: la magia siempre comienza en ti. Tú eres la magia.


Lo que me encantaría decirte

jueves, 9 de noviembre de 2017

Llegas tú con tu cara de niña buena,
tu boca de primavera, el calor de tus caderas
y transformas la luvia en tormentas de verano.
Me borras este invierno de la piel
e insiste en que ya es hora de descontarle al calendario
todas las noches que nos debe.

@ultimodia

miércoles, 8 de noviembre de 2017

No me gusta la gente que dice "yo soy una persona muy tal, tal y tal", "mi personalidad es bla, bla, bla", "si algo me define es que soy así o asá". ¿Cómo soy yo? No lo sé. A veces alegre, otras no tanto. Puedo ser un poco gamberra, tener una lengua viperina pero también puedo ser la más dulce del mundo. Me mato por mi gente y mis amigos, aunque en ocasiones me quieran matar ellos a mí. Risueña. Realista. A veces creo tener la clave para solucionar el mundo, y otras no sé ni por donde tirar. Soy un desastre en infinidad de cosas, y muy organizada en otras. Puedo pasar días sola, y en otros momentos estar rodeada siempre. Supongo que mis amigos te dirán que siempre estoy dispuesta a tomar una caña, cenar por ahí o ir a algún garito. Que siempre tengo una historia que contar. Un libro por leer. Un viaje por planear. Un documental por descubrir. Un amor por vivir. Soy un conjunto. Nadie es bueno ni malo al 100%. Borde o simpático al 100%. Nada somos, y todo somos a la vez. Lo que debería preguntarte es, si en tu vida, las cosas que más te gustaría que se asocien a ti, son las que lo están haciendo.

Mery Turiel Soler
Quiero dejar de vivir después. Quiero que mi vida sea siempre antes. Un antes continuo. Uno que no se acabe jamás. Quiero con todas mis fuerzas que nada de lo que haya ocurrido pueda seguir ahí simplemente para hacerme daño. Vivir después es una mierda. Vivir después es lo que nos mata. Lo que nos hunde. Lo que nos hace mal. Causa y defecto. Acción preocupación.

La vida es antes, porque la felicidad está siempre antes. Antes de llegar. Antes de conseguirlo. Aunque haya sacrificio. aunque cueste. Sobre todo si cuesta. Conseguir algo es el primer paso para dejar de desearlo. Porque el deseo es antes, también. Porque vivir después no vale. Vivir después ya está. En cambio, vivir después es vivir donde está el recuerdo, la nostalgia, el dolor y el resentimiento. Los resultados de tu analítica. El divorcio. El desengaño. La experiencia, dirás. Y una mierda, te digo yo. La distopía, esa sensación continua de que pase lo que pase vamos a peor, la inefable regla del 3, esa que asegura que a partir de los 30 años, de las 3 de la mañana y de los 3 gintonics, todo siempre es suceptible de empeorar. Un poco lo que nos pasa en este país. Un poco lo que pasa cuando ya has llamado mujer de tu vida a tres mujeres. Y te das cuenta de que lo fueron. Aunque ocuparan solo su trozo.

Y ahora qué. Preguntarás.
Yo prefiero perseguir antes como quien persigue la luz del sol y no quiere saber nada de ese después al que llamamos sombra. Y así me va. Acumulo ya más finales d elos que jamás he empezado. Comienzo por el final para no tener que enfrentarme tanto a mis principios. Y sonrío de tanto llorar. Y me enamoro sin quererme enamorar.

Seguramente debería ahora hacer una apología del momento, del "carpe diem" de toda la vida, de aprovechar el momento, cambiarle las letras a vivir por beber y acabar este artículo por todo lo alto provocando en ti una sonrisa, y en mí la desazón de siempre.

Pero es que esta línea es justo la que va después de la anterior. Y ya no se me ocurre cómo mejorarla. Ya está escrita, ya está después. Lo que yo re diga.
Seguramente habré perdido el tiempo escribiéndolo, y lo peor de todo, te lo habré hecho perder a ti. Haberlo pensado antes.

Risto Mejide

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Dice Sabina que al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver. Y no seré yo quien contradiga las palabras de un maestro. Creo que hay experiencias que están destinadas a quedarse en nuestro recuerdo como perfectas, especiales. Algunas intuyes que serán así, y otras simplemente te sorprenden. Por el momento, por la situación, por las personas con las que las compartes. Y sabes que no se volverán a repetir de la misma manera. Que alcanzaste el cielo de la felicidad en esa ciudad con esa gente. Que le debes el recuerdo de lo vivido sin empañar lo que has sentido. Y atesoras ciudades, personas e historias en tu memoria, como momentos en los que fuiste muy feliz sin ser plenamente consciente de ello. Y volverás, claro que lo harás, revivirás historias pero serás una persona diferente. Y pienso que es algo un poco triste. Como cuando lees un libro que te sacude el alma por primera vez, que te atrapa y te inspira. Lo leerás una segunda vez, y otra vez. Y otra vez. Sabes que ninguna será como la primera. Pero siempre tendrás el recuerdo de cómo te sentiste en aquel momento. Guárdalos. Para ti. Para siempre. No tienen precio.

Mery Turiel Soler