lunes, 13 de enero de 2020

Empezamos año, está de moda comenzarlo con los propósitos de año nuevo. Como si cada segundo que vivimos no fuera una oportunidad para demostrar lo que valemos y lo que queremos. Como si tuviéramos que demostrarles a los demás lo válidos que somos por nuestra capacidad para cumplir objetivos. ¿Somos nosotros los que nos proponemos metas o son los demás los que nos las imponen? ¡Qué sociedad más hipócrita la nuestra! 
Todo ello tiene que quedar reflejado en nuestras redes sociales, no lo olvidéis. 

Antes de empezar año, lo terminamos llenando nuestros 'posts' de fotos que rememoran el año. ¿Realmente tenéis fotos de los mejores momentos del año? Porque yo no. Yo no tengo fotos de cuando el corazón me explotaba del amor que estaba sintiendo, de cuando no tenía lágrimas ni palabras para expresar la impotencia que sentía, de cuando estaba disfrutando a grito pelado en una discoteca con mis amigas, ni de las confesiones con mi hermana, ni de esos maravillosos reencuentros. 

¿Por qué tenemos esa extraña manía de necesitar demostrar que somos felices? ¿A caso fuisteis felices los 365 días del año pasado? Puede que todos los días fuerais un poco felices, pero es imposible que las veinticuatro horas de esos trescientos sesenta y cinco días lo fuerais. Llamadme pesimista si queréis. Yo me considero realista. 

Estamos en un mundo lleno de convenciones sociales con las que no nos sentimos a gusto y, aun así, con las que cumplimos. 
No es cierto que felicitais las navidades y el año nuevo al 99% de las personas con las que habláis entre el 20 de diciembre y el 8 de enero (aprox). ¿Con qué necesidad lo hacéis? 

Yo el año pasado decidí que solo iba a felicitarle las fiestas a aquellas personas a las que mis palabras les iban a aportar felicidad, a aquellas personas que realmente sintieran lo que les estaba transmitiendo. Ni que decir tiene que lo mismo hice este nuevo año.  Es más, me fastidia esa persona que solo se acuerda de mí el 25 de diciembre y el 1 de enero, ¿con qué necesidad? 

Yo quiero personas en mi vida que se acuerden de mí un 15 de marzo, un 1 de agosto... 


De todas esas conversaciones que empezais con un "¿Qué tal?", ¿cuántas lo hacéis por obligación? Las respuestas son 'bienes' vacíos de contenido y verdad, ¿por qué lo seguís haciendo? La educación, sí, está muy bien. Pero... ¿qué pasa con el respeto y la fidelidad a vuestra persona y a vuestros valores?

Hacen falta más personas espontáneas en nuestra sociedad, que le den me gusta a la foto que realmente les gusta y no se lo den a la que no les gusta, sin importar el mg de vuelta; que comenten fotos y respondan a las historias porque así lo sientan; que llamen por teléfono porque te echan de menos, porque te quieren contar algo, porque les gustaría que estuvieras con ellas...; que empiecen una conversación sin un 'Hola, ¿qué tal?' y vayan al grano, porque si necesitan algo, ¡qué más dan los formalismos! 

Ni comento los por favor y gracias innecesarios. 

Estoy un poco hater, soy así, estoy cansada de esos convencionalismos a los que sucumbimos. 

¡Más amor propio! ¡Más espontaneidad! 

Y menos: 'Sumiso y fiel a su merced' (si de cara). 

Prometo volver con más inspiración y amor que transmitir. Hasta la próxima, 
  1. P

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