martes, 13 de octubre de 2020

 Ay, abuela, ¿qué nos has hecho?

¿Cómo ha podido pasar?

Todavía no soy consciente de la falta que me vas a hacer.

Cuando te vi el sábado sabía que era tu día y que no nos volveríamos a ver, no sabes cómo me duele el corazón desde entonces. No sabes lo triste que me has dejado.

Siempre tuvimos una conexión especial, aquellos dos años viviendo juntas nos hicieron mucho bien a las dos.

Espero que me veas, que me cuides y me protejas siempre. Yo prometo echarte cada vez menos de menos, pero no olvidarte nunca, no creo que lo haga.

La última vez que habíamos bajado a Huesca, para despedirme antes de mi viaje a Alemania, me dijiste que qué me podías dar para que me acordara de ti y yo bien te dije que no me tenías que dar nada porque te llevo en el corazón. Siempre lo haré, abuela.

No sabía que se podía echar así de menos.

No me acordaba de qué era estar llorando todo el día, no dormir por la noche y no tener ganas de comer.

No sé cómo puede haber cosas tan dolorosas en este mundo y tan impredecibles.

Me hubiera gustado saber cómo te sentías las últimas semanas, si lo veías venir. Estabas cansada, cansada de vivir, este verano, pero nunca me imaginé que llegaría tu hora tan pronto. Y digo tan pronto porque aunque has vivido casi 94, mis 22 años a tu lado se me han hecho cortos.

Me has roto el corazón, abuela.

Nos lo has roto a todos.

Te prometo que seguiremos adelante, que nunca te olvidaremos y que haremos todo lo posible por cuidar unos de otros. Pero necesito que me prometas que nos vas a cuidar ahí donde estés, que nos vas a acompañar en cada paso que demos y que estarás tan orgullosa de nosotros como lo has hecho siempre.

Estas míseras palabras no pueden resumir ni reflejar todo lo que siento porque es demasiado intenso.

Ay, abuela, ¿por qué nos has dejado? ¿Por qué no pudiste ser eterna?

Siempre salías de todo, eras más fuerte que nadie.

Siempre creí que serías centenaria, no sé cómo voy a poder vivir pensando que te faltaban más de seis años para serlo.

Creo que disfruté todo lo que pude de ti, que te cuidé mientras vivías y que te ayudé todo lo que pude. Aunque, si te soy sincera, eso nunca será suficiente porque dejas un vacío en mi vida que no sabía que podía sentir.

Abuela, te quiero lo que no está escrito.

Todavía no me hago a la idea de que te has ido, a pesar de que cada vez que pienso en ti las lágrimas inundan mis ojos.

El sábado tuve el presentimiento de que ya no resurgirías de las cenizas como nos tenías acostumbrados. 

Sigo sin entender el porqué de todo.

Me gustaría saber dónde estás, si estás acompañada del abuelo, de tus hermanas y de tus padres. Ojalá algún día nos reencontremos.

Ay, abuela, no sabes lo que te echo de menos.


Te quiero infinito,


P.

sábado, 26 de septiembre de 2020

 Sin planearlo hoy me he encontrado con tu mirada cuatro veces.

Una tras otra.

No era tu mirada, pero la de tu padre.

¡Qué raro es mirar a un desconocido y encontrarte con la mirada de un 'conocido'!



sábado, 22 de agosto de 2020

La conversación

 No sé si me lees. 

Tampoco sé si quiero saberlo. 

Ni siquiera sé si quiero que lo hagas. 


Me parece un poco absurdo escribir aquí, es como si de alguna forma te lo dijera a ti. 

Aunque a estas alturas, ¿para qué? 


Tras tu 'no-llamada' del otro día, no sé si fue hace un mes o dos, pensé que igual uno de los dos tendría que haber dado el paso. 

Y preguntar qué tal, qué tal estos tres años. 

Y no quedarnos en un bien como solíamos hacer, sino hablar y contarnos cosas. 


Hoy esto me parece imposible, porque ni siquiera lo era en su día.

Aunque no te voy a engañar, he fantaseado con la idea: llamarnos, preguntarnos qué tal y responder sinceramente demostraría que los dos nos hemos superado.

Algo que quizá no quedo muy claro en nuestra última conversión, ¡qué dramático suena esto!


Yo ahora tengo la tranquilidad que solo el tiempo me ha podido dar.

Me siento feliz y satisfecha con cada paso que he dado y doy.

Me costó salir adelante de aquel agujero en el que estaba metida, pero ni he olvidado ni odio todo lo que estaba en aquel agujero.

Sabes que en su día contigo me quedaron muchas espinas clavadas, hoy solo tengo una: conseguir tener una conversación sincera y adulta.

No la quiero tener ni sobre lo que pasó ni sobre lo que vino después, sino sobre la vida en general.

Tampoco quiero que sea ya, ni en tres años, quiero que sea cuando los dos demostremos que estamos preparados.

Preferiblemente antes de nuestra próxima vida. 


Con cariño, 


P


miércoles, 22 de julio de 2020

¿Qué decirte hoy?
La verdad es que no sabría ni por dónde empezar.
¡Y qué pena!

Me gustaría poder decir
que tras tres años has reunido valor
que hemos sabido tener una conversación como adultos
y que, por fin, sabemos algo el uno del otro.

Sin embargo, lo único que puedo decir es que ayer me encontré al otro lado del teléfono a la misma persona que tiempo atrás.
Esa que sigue jugando.
Esa que no sabe ir más allá.

Hoy un fantasma del pasado vive en mí.
Llevo todo el día preguntándome el porqué,
no sé darle solución,
ojalá me ayudaras.

No entiendo por qué lo hiciste
y, menos, de la manera en que lo hiciste.

Al final de nuestra relación no te entendía.
Hoy, sigo sin hacerlo.

¡Cómo te ha gustado siempre descolocar mi mente!

Me has demostrado que igual te importo más de lo que me ha demostrado tu silencio estos años.
Aunque también me has demostrado que piensas que soy más tonta de lo que soy.

¿Por qué vuelves casi tres años después?
¿Qué quieres de mí?

En fin, N.
¡Cómo me gustaría que le echaras valor a la vida!
¡Cómo me gustaría que te atrevieras a decirme eso que llevas tanto tiempo callando!
¡Cómo me gustaría equivocarme con lo que pienso!

Quiero que sepas que, tal y como te dije en su día, puedes contar conmigo para lo que necesites.
Aunque no te lo merezcas.

Con el cariño que te guardo,

P

P.D. Después de aquel audio no creí que te merecieras una llamada, no creí que merecieras que te molestara más.
Así lo he creído estos casi tres años.
Hasta hoy, que me doy cuenta de que a ti ese gesto que a mí tanto me costó no te ha importado nada.
Cuando me cambié de teléfono y reapareciste en mi “agenda telefónica” lo entendí como una señal, tú me lo has demostrado.


jueves, 9 de julio de 2020

no entiendo
hoy me ha dado por recordar con ternura aquella tarde en las escaleras, nuestras escaleras, como tú solías llamarlas
si te soy sincera, nunca entendí por qué las llamabas así, si solo pasamos una tarde
supongo que por lo que significó para ti aquel día

rompí a llorar, para mí era algo habitual ya que estaba rota y deshecha
hoy entiendo que para ti no lo fue tanto, acostumbrado a ver alguna lágrima tras la ventana, no esperabas que aquel día lo hiciera a tu lado

demasiadas emociones, demasiada inconsciencia y demasiada desubicación para mí en aquellos días

sentía que eras mi refugio, aunque bien sabes que eras mi huida

a pesar de que nunca fue así, aquel día sentí que me querías y me respetabas

tengo un recuerdo muy agradable de aquella tarde: aquellos abrazos que me reconfortaban, aquellas palabras que me dibujaban una sonrisa en la cara y aquella preocupación tan tuya, que solo pasó aquella tarde

si tuviera que quedarme con un momento de los meses contigo, creo que sería aquella tarde
aunque sabes que no todo fue pasárselo bien

creo que es porque aquella tarde me da el consuelo de que algo bien sí que nos llevábamos y nos queríamos, de una manera sana, aunque los dos sabemos que nuestra relación fue más tóxica que el veneno

con lo que escribo aquí parece que me contradigo cuando digo que ya no me acuerdo de ti
es cierto que a veces me da por hacerlo

ya he aprendido que si en estos tres años no has sabido buscarme ni encontrarme es porque aquel "Paula, siempre me acordaré de ti" no fue sincero

si busco en mi memoria diría que fue lo más sincero que me dijiste, por tu tono de voz, tu mirada y el momento
pero la madurez y el tiempo me han hecho entender lo que tú tantas veces me echaste en cara:las palabras hay que demostrarlas

en 3 años no has tenido la cobardía de hacerlo

siempre te creí cobarde,
el tiempo me lo ha demostrado

el tiempo me ha demostrado tantas cosas, que me ha hecho quien soy hoy

ojalá a ti también te haya ayudado

si aquel recuerdo sincero no fue más que agua de borrajas (tú me enseñaste esa expresión), no me quiero imaginar el resto

sabes que siempre nos quedó una conversación pendiente
éramos impulsivos, inexpertos, inconscientes e inmaduros; al menos, en el amor

hoy otro gallo hubiera cantado
aunque ya no cantará