martes, 12 de septiembre de 2017

Aprendizaje

Hay momentos en la vida en los que reflexionar es necesario, a veces para aprender y otras para olvidar, realmente diría que siempre para aprender pues hay que aprender a olvidar. El aprendizaje forma parte de nuestras vidas desde el minuto uno de estas, ya que la supervivencia es nuestro instinto y para ello realizamos ese proceso.

Siempre me ha gustado aprender, para qué mentir, aunque como todo hay cosas que gustan más o menos. El problema llega cuando en vez de gustar o no, duele o no, es entonces cuando te das cuenta que la vida no es tan perfecta ni idílica. No estoy hablando de un desamor, que sí. Pero es ese desamor el que te hace plantearte una serie de cuestiones sobre la vida (y tu vida) que duelen. Esas reflexiones a las que llegas no son: ¿me quería? ¿realmente sentía algo por mí? ¿en quién pensará ahora? Porque eso es lo que nos aferramos a pensar evitando así llegar al fondo del asunto.

Porque hay situaciones en la vida que la desordenan, te hacen plantearte cosas que nunca se te habían pasado. Y es entonces cuando comienzas a entender a los de tu alrededor.

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